Angstcember: Si el sol se apaga
Si el sol se apaga |
Apenas entró a la habitación, ella se escondió detrás de la cama, justo hacia donde daba la ventana. Morgan la vio cubrirse la cabeza y esconder su mirada contra sus rodillas. Kysa estaba mal desde que la habían rescatado y él se sentía un completo inútil por no poder hacer nada por ella.
Aunque le había contado algo de todo lo que había pasado y los médicos confirmaron otros tantos detalles cuando curaron todas las heridas de su cuerpo, no había ninguna de las de su alma que pudieran ser sanadas. Él, podía entenderla hasta cierto punto. Cuando perdió su pierna, todo su mundo se vino abajo, incluso, desde mucho antes. La muerte, la guerra, las personas que él debía asesinar por sus misiones. La visión de la explosión se repetía una y otra vez en su cabeza sin importar donde estuviera y el dolor de su muñón le recordaba que había sido real y que jamás se iba a liberar del fantasma de la guerra.
Cojeando, caminó hasta donde ella estaba, apoyó la mano en el colchón y se sentó en el suelo, acomodando su prótesis con su mano para estar más cómodo. Luego, la rodeó con su brazo y ella saltó como si la hubiese golpeado. No fue hasta que vio que Morgan estaba frente a ella que se quebró, temblando, dejó que él la abrazara y lloró en su pecho hasta que se quedó dormida.
Tranquilo, pero con los ojos llenos de lágrimas por no poder hacer nada, se movió un poco, sacando el teléfono de su bolsillo y llamando a Jack para que fuera a la casa y lo ayudara. Él no podía ponerse de pie por su cuenta y no quería despertar a Kysa, así que sólo esperó. De todas formas, tenía que ir esa tarde a verlos.
Él necesitaba ayuda porque no podía con ello solo. No podía ver cómo ella se iba deteriorando día con día y que todo la alteraba. No quería ni imaginar todo lo que pasaba por su cabeza. Por momentos, la veía y se reprochaba haberla metido en su vida. De no haber sido por él y su estúpida forma de actuar, posiblemente, ella no habría sido secuestrada, torturada y destrozada de esa manera. Él soportaba todo, no le importaba. De verdad, era una persona que hablaba sin filtros, que insultaba y se burlaba de los demás porque él había aprendido a soportar todo. No le importaba que le hicieran daño a él, no creía que pudieran romperlo más de lo que estaba. Pero el sujeto que se la había llevado, lo consiguió porque había herido a la persona que más le importaba en la vida.
Bajó la vista y se limpió las lagrimas con el dorso de la mano y vio el vendaje en la pierna derecha, donde le habían arrancado la piel y todavía, no sanaba. Él entró a la casa y llegó hasta el baño, donde la tenían esposa a la bañera cuando todavía la herida estaba fresca, cuando caía la sangre y podía ver a la perfección la profundidad de la herida, casi en el musculo mientras ella sólo tenía la mirada perdida y no reaccionaba. No había forma de que lo viera, sólo estaba ahí, como si fuera un cascaron vacío. Con un nudo en la garganta, la apretó más contra su pecho. Lamentaba no haberla encontrado más antes de que sufriera todo eso, tanto lo que él sabía cómo aquello que no le había contado todavía.
Morgan sabía que jamás expiaría su pecado. Jamás dejaría de culparse por haberla conocido y por haberla perdido de esta manera.
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Después de que Jack llegó, Kysa durmió en la cama. La ventana quedaba abierta debido a sus miedos de quedar encerrada, lo mismo, la luz del pasillo. No podían cerrar la puerta porque ella se estresaba y empezaban los ataques de pánico y todavía, estaban en la tarea de ampliar el baño para hacerla sentir más cómoda. Desde que había llegado tener que entrar a esa habitación era una tarea casi imposible. Por ahora, Morgan sólo había puesto cortinas oscuras en la bañera para que ella no la viera al usarlo. Hacía todo lo que podía para mantenerla cómoda y que poco a poco pudiera volver a la normalidad, a readaptarse al mundo. Sin embargo, cada día era más difícil que el anterior.
La terapia no servía. Hasta ahora, poco hablaba y más se dedicaba a llorar y a tener ataques por los episodios que se repetían en su cabeza. El encierro tampoco ayudaba. La primera vez que fue con el psicólogo, Kysa tuvo una crisis apenas cerró la puerta y Morgan la dejó sola con el profesional. Las siguientes sesiones habían sido iguales, hasta que dejaron de ir. Jack había sugerido el psiquiatra en su última visita. Sólo necesitaba encontrar a alguien que pudiera acceder a ciertas condiciones. Morgan no estaba dispuesto a repetir los mismos errores y hasta que ella no se sintiera bien, no la forzaría. Sin embargo, él estaba tan al límite como ella.
Los días pasaban y pasaban y sólo veía la carcaza de lo que alguna vez había sido la mujer que amaba. El miedo, los gritos, el silencio, la tristeza que se respiraba en el ambiente como si fuera la única forma de vivir. Eso también lo iba consumiendo a él y poco a poco, sacaba a flote todas esas imágenes que con el tiempo y esfuerzo había logrado olvidar.
Los dos caerían al vacío y nadie los detendría.
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Por la noche, preparó la comida y la llevó hasta la habitación. Había hecho albóndigas con pure con manteca, el favorito de ella. Él esperaba que al menos, eso lograra sacarle una mueca de sonrisa, algo, lo que sea. Morgan estaba desesperado por obtener una mínima respuesta. Sin embargo, al llegar, sólo vio sangre. Los brazos de Kysa estaban cortados y las sábanas manchadas con su sangre. Las venas habían sido rebanadas a lo largo y ancho, incluso, había visto la mayor cantidad de sangre salir de la axila, la arteria humeral era la causante de todo. Él lo sabía, ella era doctora, podía buscar con precisión dónde y cómo cortar para acabar con todo, nunca pensó que fuera capaz de ello. Y al ver la cantidad de heridas que se había hecho, finas, superficiales, pensó que sólo lo hizo con el fin de sufrir.
Mientras caminaba hasta la cama y llegaba hasta ella, levantándola entre sus brazos, Morgan finalmente se quebró. No le quedaba nada por lo que seguir y tampoco había sido suficiente para salvar a la única persona que le importaba. Era un mar de lágrimas y frustración. Un dolor que se reproducía en todo su cuerpo como si las heridas de ella fueran propias. Gritó y hundió su cabeza contra su cuerpo frío y pegajoso por la sangre que empapaba todo. Y entonces, algo hizo clic en él y vio todo claro.
Acomodó a Kysa en la cama y luego, salió cojeando de la habitación. Agarró todas las botellas de alcohol que pudo y roció la casa con ello. Lanzó un fósforo y un par de cortinas viejas para avivar las llamas. Así, fue dejando tirada la ropa de los dos al lado de las llamas. Cuanto más rápido ardiera, mejor.
El humo fue apoderándose de la casa y finalmente, él llegó a la habitación. Se acostó al lado de ella con el cuchillo que Kysa había usado para acabar con todo y repitiendo los patrones. Él hizo lo mismo: se cortó y la abrazó, cerrando los ojos esperando que la muerte llegara.
De una vez y para siempre.
¡Hola, gente linda! ¿Cómo están? Participo del Angstcember, un reto que consiste escribir fics o historias originales en los que reine la angustia y sea la que se salga con la suya. En sí, el reto es para hacer catarsis y que sirva de terapia, yo la estoy pasando bomba con esto.
Me he dado el gusto de matar a muchos personajes xD y hacerlos sufrir de manera intensa ¡Y Morgan no iba a escapar de ello! Amo a este hombre, pero aprovechando el cuento, me doy el lujo de hacer lo que quiera aquí porque no es canon (hagan de cuenta que esto es un universo alterno)(?). Así que pueden quedarse tranquilos los fans de él y Kysa que en la novela seguirán juntos luchando contra el mal.
Pero siempre podrán volver aquí cuando quieran algo angst (?)
Espero que lo hayan disfrutado.
¡Un abrazo!
Es una historia que me conmovió. muy bien hecha. Refleja una realidad que de la que poco hablamos. Te mando un beso y te deseo un feliz aniversario del blog . Te hice esta tarjeta.
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Santa madre del pecado ¡Qué hermoso detalle! Muchas gracias por recordarlo y la tarjetita <3 (voy a presumirla en la próxima entrada)
Borrar¡Un abrazo!