Soñando uno de tus sueños

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Relato juevero: rompiendo cadenas


Rompiendo cadenas

Cuando le habían propuesto escapar, había dicho que sí sin saber nada. Él había sido esclavo toda su vida, siempre cumplió con los deseos del patrón sin importarle nada más que él. No había lugar para nada más; ni sueños, ni esperanzas, ni amor propio. Pero algo había en él que le daba curiosidad, que quería saber qué había más allá a donde lo llevarían. Era riesgoso, se irían en la madrugada, cuando todos durmieran y aunque reducía los riesgos, no los eliminaba.

Ansioso, esperó la caída de la noche, guardando apenas un par de trapos viejos que tenía por ropa en una bolsa agujereada por las polillas. Ernesto quedó en vilo, esperando que Sara llegara para decirle cuándo partir.

Sus ojos profundos veían en horizonte oscuro pensando en lo que habría más allá de aquella casa; la gente que encontraría; los sueños que conocería, ¡un mundo de posibilidades!

Eran siete en total. No habían reclutado más por ser peligroso, de hecho, llevar un grupo tan grande ya era peligroso, pero tenían que marcharse todos. Cruzar la choza abandona era sencillo, ahora, el camino para que nadie los viera era pasar por el campo de cultivo, donde estaba el guardia vigilando en la noche. Por suerte, con una botella de vino, era suficiente para mantenerlo lejos de ellos.

Ahora, sólo tenían que correr, con los pies descalzos y el alma al aire, anhelando aquello que nunca tuvieron. Corrían hacia la libertad, lejos de todo.

En medio del bosque, los esperaría un carro que los llevaría a otro pueblo y luego a otro, hasta estar en un lugar seguro, a salvo de cualquiera que quisiera hacerles daños.

Tres meses de viaje para llegar a su anhelado hogar. Todos se bajaron, entraron a la casa donde los recibieron con los brazos abiertos, con comida y una cama cómoda y cálida. Sin ordenes, sin castigos, sin presiones.

—Y ahora ¿qué hacemos? —preguntó Ernesto a Sara antes de entrar con todos.

—Lo que tú quieras. Eres libre.

Pero Ernesto no sabía qué hacer con su libertad, inseguro, con tanto poder y tan poca idea, se quedó esperando mientras veía la puerta hasta que Sara le dijo que entrara.

Él obedeció, sabiendo lo grande que le quedaba la libertad.

¡Hola, hola, soñadores1 ¿Cómo están? Espero que de maravillas. Volví a participar en los relatos jueveros, así que estoy más que bien. Los invito a leer a los compañeros en el blog de Campi con más relatos sobre esclavitud.

¡Feliz fin de semana!

¡Un abrazo!

13 comentarios:

  1. Que gusto es volver a leerte.
    Vivir la libertad puede ser un desafío, cuando nunca se la ha tenido.

    ¿Es un blog nuevo?

    Besos.

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    1. ¡Hola! Es un gusto volver a estar. Sí, es blog nuevo porque ya no pude pagar el dominio y host del otro. Y bueno, antes de sacar telerañas, empecé de cero, que un cambio de aires siempre viene bien.

      ¡Besos!

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  2. Una historia que nos deja pensando que quien siempre estuvo eslavo cuando logra la libertad no sabe que hacer con ella. No es extraño de entender y tal vez Ernesto le cueste adaptarse a la nueva vida. Eso me ha hecho recordar los presos de mucho años en condena cuando salen no se adaptan a su nueva libertad. Un besazo y no sabes cuanto me alegra que te hayas unido a esta convocatoria hacia mucho que no subías nada, solo espero que estés bien corazón. Un fuerte abrazo y muchas gracias Roxana,.

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  3. Impactante relato, hay que luchar para ser libres. Te mando un beso

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  4. Qué bueno que vuelvas a participar en los relatos.

    Qué difícil es alcanzar la libertad.

    Muchos besos.

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  5. ¡Roxyyyyy! Me alegro muchísimo de volver a leerte y por supuesto te sigo en este "nuevo" blog.
    Sobre el relato... A veces la libertad nos queda grande. Pero creo que es mejor contar con muchas opciones que con ninguna.
    Un besazo enorme y nos vamos leyendo :3

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  6. Cierto. La libertad puede asustar sino se sabe muy bien que hacer con ella y con toda la responsabilidad que conlleva.

    Me alegra verte de nuevo por aquí y que tus cosas anden bien. Besos Rosana.

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  7. Me gusta como redactas. Un gusto conocer tu blog.

    Saludos y feliz fin de semana.

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  8. Hola Roxan , un relato muy ameno y con un final
    feliz , me a gustado mucho te deseo una feliz tarde
    saludos de flor.

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  9. ¡Hola!
    Muy buen microcuento. ¡Y con un final completamente feliz! Ernesto deberá adaptarse a esa libertad que por fin alcanzó. Muy ingenioso. Un placer leerte.
    Abrazo

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  10. Muy bueno, sobre todo el final. Me encanta que hayas sacado el tema del miedo a la libertad, como al infinito, al abismo,o la agorafobia.. ¿que hacer cuando no conoces otra cosa?. Me recordó al viejo de "cadena perpetua"( no recuerdo el nombre
    Abrazooo

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  11. Vaya creo que lo he mandado dos veces. Es que el móvil se ha wuedado como colgado y no sabía si lo había enviadp

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  12. Hola Roxana!
    Como siempre es un gran texto, en algún momento me dio tristeza Ernesto porque el paso que dio fue gigante y estaba tan acostumbrado a lo que hacía que cuando tuvo su libertad no sabía que hacer con ella, una hermosa historia con un gran mensaje :D

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