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Amo a la persona equivocada — Capítulo 2


Puedes escuchar el capítulo narrado por mí en:

La habitación tenía una hermosa vista al jardín lleno de flores. Hortensias, rosas blancas y malvones matizados en blanco y rosa adornaban la gran vista que tenía y aún así, Samay no estaba nada tranquila. Decir que era un manojo de nervios era quedarse cortos. No tenía idea de cómo llevar todo lo que se venía en su vida. O la de Tamaya. O el lío en el que estaba metida.

Nunca había hecho un cambio durante tanto tiempo. Normalmente, eran sólo por unas cuantas horas y por lo general, en cosas que Tamaya no quería hacer como asistir a eventos o fiestas importantes. Samay la cubría, pero ahora…

El trámite por civil había sido más fácil de llevar, sólo había estado la familia y eran pocos, así que no hubo mucho qué pensar ni qué hacer. Ahora, la ceremonia y la recepción contarían con más de 200 personas ¡200 personas! Estaba segura de que ni siquiera conocía a la mitad del círculo social de Tamaya.

—Aunque supongo que es más fácil que lo que están pasando los guardias —se dijo a sí misma pensando en cómo debía comportarse Tamaya en prisión. Seguramente, tendría un berrinche que alteraría a todo mundo, presos y guardiacárceles por igual. Como lo pensó en el momento en que su abogado le dio la noticia de que la buena conducta podría reducir la condena, Samay supo que era impensable para su hermana.

Si tan sólo no fuera tan caprichosa…

Samay suspiró desde lo más profundo de su corazón y finalmente, alguien tocó la puerta. Era su estilista y la maquilladora. La ceremonia debía empezar al mediodía, así que debía prepararse, aunque terminó llegando más antes de lo que pensó al lugar. Probablemente, porque ni siquiera se tomó el tiempo de desayunar. Sólo se duchó, juntó todo lo que necesitaba llevar, revisó varias veces su bolso con sus medicamentos y tomó un té casi a las apuradas. Por suerte, iba a casarse, así que bien podría decir que los nervios que sentía eran por su pronta boda y no por culpa de su hermana gemela.

La estilista, Anya, la ayudó a ponerse el vestido antes de comenzar con el peinado.

—Te quedó un poco suelto en la cintura —dijo Anya tras terminar de subir el cierre de su espalda y acomodar las capas de encaje que caían sobre la falda.

Samay no quería ponerse más nerviosa de lo que estaba y escuchar estas cosas no la ayudaba en lo absoluto.

—¿Te pedí tu opinión o viniste a cumplir con tu trabajo? —dijo Samay mirándola altiva con un dejo de molestia en el tono de voz.

Nunca estuvo tan agradecida con la actitud insufrible de su hermana como ahora. Podría mandarla lejos en vez de darle explicaciones como ella lo haría normalmente.

—Voy a ajustarlo un poco. Sé cómo hacerlo —se apresuró a decir Anya, buscando un kit de costura y haciendo lo necesario para que el vestido se viera bien para Samay.

Anya se puso tensa. Todo mundo conocía el temperamento de mierda de Tamaya Dana, lo exigente y grosera que era, pero también sabían que nunca se contenía a la hora de gastar dinero, así que la mayoría se esforzaba por complacerla… a pesar de todo.

Tras ver a Anaya trabajar, Samay respiró un poco más tranquila. Lo cierto es que el vestido había sido hecho especialmente para Tamaya y entre tantas cosas que tuvo que hacer, en especial, terminar de convencer a Tamaya de que se comportara en la cárcel para no aumentar su pena, no había podido ir con la modista a ajustarlo. Tamaya tenía unos cuantos kilos más que Samay y con todo lo que había pasado en la última semana, Samay apenas había tenido tiempo para dormir y comer bien, así que había terminado perdiendo algo de peso en esos días. El estrés la tenía realmente mal, pero esperaba que después de la boda pudiera tener un poco más de calma. Por supuesto, aun debería convivir con Ariel, pero creía que iba a ser menos estresante que lidiar con abogados, una boda, terminar de organizar el salón de fiestas y confirmar invitados, entre tantas otras cosas que Tamaya había dejado para último momento.

En cuanto Anya terminó, Samay se sentó y empezaron con el maquillaje y el peinado. El cabello violeta iba a llamar mucho la atención, incluso, con el velo. No era su color natural, pero en cuanto Tamaya decidió cambiar de color de cabello, ella tuvo que hacer lo mismo por si en algún momento debían intercambiar una vez más. Y sabía que eso pasaría, así que era mejor que hacerlo a las prisas.

Era realmente estresante llegar a vivir de esa manera, pero tenía un plan para finalmente, recuperar su identidad como la persona que era y no el reemplazo que su hermana creía que era. En cuanto Tamaya saliera de la cárcel, Samay se iría y no volvería a tener contacto con su familia. Esta vez, sí había preparado todo y tenía el apoyo de una de sus mejores y únicas amigas, así que sólo quedaba tachar los días en el calendario hasta que llegara su momento de desaparecer para siempre de la familia Dana.

Por ahora, sería la novia perfecta para Ariel. O al menos, lo iba a intentar.

La puerta se abrió y Ariel entró con una expresión de pocos amigos, cerrando tras de sí. Anya y Esther se sobresaltaron al verlo llegar de esa manera.

—El novio no debe ver a la novia antes de la ceremonia —dijo Esther con firmeza por la interrupción.

Samay seguía mostrando un semblante tranquilo, aunque era un manojo de nervios. Justo cuando pensaba que nada podía salir peor, lo veía entrar de esa forma.

—Llevas retraso de una hora —dijo Ariel con un tono de molestia.

—La belleza necesita tiempo —intentó mantener la calma, sosteniendo sus manos sobre su regazo. Sentía que iba a temblar si no lo hacía.

Mientras más lo veía, menos entendía por qué Tamaya estaba tan enamorada de aquel hombre. Era… normal. Y hasta un poco desagradable a su parecer. Incluso, la apariencia de Ariel era como de cualquier otro hombre. Cabello negro, una nariz recta, mentón cuadrado, piel clara. Sólo tenía un lugar debajo del ojo izquierdo y quizá, lo más llamativo de él era el color de sus ojos: eran grises. Samay había conocido a muchas personas gracias a Tamaya, pero jamás había visto a alguien con ese color de ojos, incluso, con la luz del sol parecía tener un brillito azul.

Él la miró con impaciencia.

—Puedes decir que me veo bonita —dijo Samay poniéndose de pie con una sonrisa. Imitar a Tamaya y su actitud arrogante era algo sencillo después de tantos años de ser ella. Se le daba muy bien.

Ariel rezongó y la miró de nuevo.

—Estás preciosa —dijo antes de salir de la habitación.

Samay no esperó esa reacción de él. Realmente, pensaba que iba a irse sin decir nada. Sabía que su relación con Tamaya no era la mejor, pero eso la dejó realmente sorprendida y algo sonrojada. Por otro lado, Anya y Esther estaban muy emocionadas de las palabras de Ariel.

Si tan sólo supieran…

Le terminaron de arreglar el vestido y poner el velo antes de que pudiera salir al fin. La madre de Samay, Diana estaba llegando junto a su padre, Max. Ambos se quedaron visiblemente emocionados al ver a su hija, que creían, eran Tamaya y la abrazaron.

Samay no sabía muy bien cómo lidiar con eso. Ella nunca había tenido una buena relación con sus padres, a sus ojos, era sólo el sustituto de Tamaya cuando quería. Así que este tipo de actitudes la dejaban sin saber qué hacer.

—Te ves bellísima, como un ángel —dijo Diana mientras su esposo asentía con la cabeza, tomando la mano de Samay —¿Ya estás lista para salir?

Samay asintió. Quería dejar todo esto atrás de una buena vez pues, después llegaba la recepción e iba a ser más tedioso que toda la ceremonia. Sólo quería llegar a casa de una buena vez.

Diana fue a avisar que empezara la música mientras Samay salía con su padre a hacer su gran entrada hasta el altar donde la estaba esperando Ariel. Donde otro año de mentiras comenzaría…

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Capítulo 3

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