Gato malo
Gato malo |
Gato malo, gato malo. Escuchaba siempre esas palabras de él. Gato malo, gato malo, sal de este tejado. Héctor, el gato, caminaba con la cola erguida y los bigotes medio chamuscados como si no le importara nada de lo que decían los humanos. A veces, por sólo molestar a aquellos que los trataban mal, se sentaba a maullar en el techo del vecino hasta que se aburría y se iba, pero dejaba con los nervios a flor de piel a sus enemigos. Y hasta aturdidos por sus fuertes y agudos maullidos.
Gato malo eres, gato malo mueres.
Héctor lo ignoraba. Contaba con un secreto que lo volvían de un vil gato callejero a un joven candente por el que todos se sacarían el sombrero. Héctor como gato era tremendo, pero como humano, no había palabras para describirlo ni existía alguien que pudiera contenerlo.
Hurtaba, mentía y seducía a cuanta jovencita se encontraba. Como gato se paseaba con la cola erguida y el pecho inflado. Como humano, con sonrisa galante y porte elegante.
Héctor, el gato, siempre iba muy confiado, sin esperar que nadie pudiera pararlo o siquiera, sospechar que podría ser un simple gato. Hasta que conoció a Ada, aquella que fue capaz de acabar con su magia.
Ada fue engatusada con sus palabras y la llevó a su lecho como a tantas otras damas, sin querer volver a saber nada de ella cuando el deseo carnal se acababa.
Se marchó con la intención de no volverla a contactar. Pero a Ada no la iba a humillar y con el deseo de volver a verlo, recorrió cada oscuro callejón, calle y bar que encontró, esperando a Héctor hallar una vez más.
Ada no era una mujer enamorada, sino una muy enojada. Y con ese sentimiento guiando sus pasos, fue a dar con su paradero.
Héctor ni la recordaba, había tantas humanas como gatas en sus hazañas ¿Le sonaba familiar al menos su cara?
A su mente no venía absolutamente nada.
Ada no perdonó tal atrocidad: la había herido y ella, estaba dispuesta a todo, hasta a matar si llegara a faltar. Pero hubo una idea que le pareció mucho mejor.
Héctor sintió su vello erizarse y comenzó a alejarse. Saltó la barra del bar en el que se hallaba y por la puerta trasera halló su escape. Pero era imposible huir de ella: Ada tenía magia y no de la mala como Héctor. Éste, escurridizo, se perdió como un gato callejero.
El ojo mágico de ella lo encontró y lo persiguió como si en vez de gato, Héctor fuera el ratón. Aterrado se sintió al ver un destello de brillo amarillo en los ojos de la mujer y nuevamente, con el pelaje erizado y los bigotes chamuscados tensos, saltó hacia el techo y corrió tejado por tejado.
Héctor estaba cansado y un poco borracho cuando ella le saltó en frente y lo detuvo.
Gato malo: por fin te he atrapado.
Ada lo tomó de la cola y se la cortó: el gato no volvería a usar sus poderes ni volvería a seducir mujeres.
Humillado, pero con fuerza para pelear, la arañó, saltó a su cara y en el cuello la mordió.
Héctor, apenas en unos segundos, de su vista desapareció y sólo el silencio se rompió cuando Ada se quejó por la herida que el gato dejó.
La moraleja que Héctor, el gato, nos deja es que se cumple el dicho: quien mal anda, mal acaba. Héctor es sólo un simple gato callejero, según los cuentos.
Gato malo, gato malo, has quedado abandonado.
Pero hay quienes son más optimista y no creen en los cuentos, sólo en ese gato callejero, esperando cobrar venganza… cuando llegue su momento.
¡Hola, hola, soñadores! ¿Cómo están? Traigo cuento y con doss retos en uno. Junté la del cuento (que terminó casi en fábula).
Uno de los retos es del Grupo Pasión por los fanfics (perdón, siempre acabo en los originales XD) y el otro es de los 52 retos que tenía pendientes de terminar. Uno menos en el tintero.
Espero que les guste y superen las rimas al estilo Dr. Zeus XD (?)
¡Un abrazo!
Ya no me acordaba, así que volví a leerlo y si, me sigue gustando mucho, tal y como lo recordaba. Excelente trabajo, muy envolvente a pesar de lo corto que es y eso me encanta porque cumple cada uno de los pasos de un cuento.
ResponderBorrarGracias por tu maravillosos aporte. ❤️