La flor cadáver
—Quiero hacer contigo lo que la primavera hace con los cerezos —recitó en tu oído con sus manos embebidas en sangre que se iban deslizando por tu cabello dejándote una sensación extraña en el cuerpo.
El deseo de lamer sus dedos se apoderó de tu cuerpo y obedeciste al impulso que se apoderaba de tu lengua, limpiándolos hasta que el sabor de tu saliva había quedado conjugado con el de la sangre.
Todo fue culpa de Chou, Seti, Tahiel, Ian, Dake, Aetz y Keu. Era culpa de esos siete que compartían el mismo cuerpo y se iban turnando para decirte qué hacer, que se iban turnando para hacerte florecer. Como la flor del loto, tardaría, llevaría más tiempo del que sus manos blancas y pesadas fueran capaces de soportar, pero valdría la pena ver como del capullo inocente que eras cuando te encontró, te convertiste en el hombre del que se enamoró. Quizás, sea más fácil decir que te convertiste en el hombre que siempre soñó. O soñaron. Fuiste creado por siete personas diferente. Siete deseos hecho uno sólo. Piensa en el loto. O mejor, piensa en la flor cadáver. Irradias esencia a muerte, aun así, eres capaz de atraer a tu victima a ti para alimentarte. Sí, eres como esa flor, pútrida, pero perfecta.
Deberías dudar incluso, de que el color azul de tu cabello haya sido tuyo antes de ellos, te amoldaron y educaron de acuerdo a sus gustos. Y tú eras un cascarón vacío que se dejó llenar. Pero estabas roto desde antes, por eso, el conocimiento vertido en ti fue tan natural como necesario: era una parte de ti que no conocías.
—Invoca a tus bestias y deja que yo las maneje —te ordenó él.
Se veía como siempre. Nunca supiste el momento en que aprendiste a diferenciarlos a todos, pero sabías el momento exacto en que hacían el cambio y podías dejarte llevar por ellos como si fueras una marioneta entre sus dedos malditos.
Quien estaba ahora al frente era Tahiel. Te cortaste la palma de la mano e hiciste el rito de invocación como debías: tres en total. Les diste la orden y fueron a su lado.
El cabello le cayó sobre la frente a Tahiel cuando se puso de cuclillas a hablarles suavemente. Casi parecía un ángel de esa forma, tranquilo, brillante, como si fuera a levantar vuelo al cielo de un momento a otro. Sus labios se movían articulando cada sílaba a la perfección, tal era así que podría deletrear perfectamente qué es lo que estaba diciendo sin necesidad de sentir el sonido armónico de su voz.
¿Recuerdas lo que dijo Ian alguna vez? Cuando te leía el Quijote después de la cena “Aún entre los demonios hay unos peores que otros, y entre muchos malos hombres suele haber alguno bueno” ¡Que cita magnífica! ¿No lo crees? Aún en tu mente se repiten las mismas palabras cuando la recuerdas:
—Yo me dejé encontrar por el mejor de todos. Humano o demonio, eres magnifico —te repetías una y otra vez cuando lo mirabas y te detenías a verlo al detalle, como si pudieras atravesar sus entrañas con la mirada. Bañarte en su sangre era uno de tus deseos más sublimes. Dejar que te recorra y se incruste en cada uno de tus poros, absorbiéndola para así, volverte uno sólo con él, porque el sexo, el amor, la comida, nada de eso alcanza. Nada. Necesitas más. Mucho más.
—Juguemos —sentenció Tahiel y te echó al suelo. Tu corazón latía a mil por hora, repiqueteando tan fuerte en tu pecho que podría fácilmente romper tus costillas por sus latidos.
Tahiel te ata las manos, una a cada pata de la mesa de la cocina, te muerde el brazo izquierdo hasta que sangra, relamiéndose los labios, usando tu sangre para hacer un dibujo en tu cuerpo. Te duele, pero te gusta. Disfrutas cada vez que hace cosas como esas. Disfrutas la locura que se refleja en su mirada, sus ojos que te dicen sin hablar, que si eso te ha gustado, lo que viene te va a gustar más. Y es cuando chasquea los dedos y manda a la bestia a que muerda tu pierna. Sus dientes se clavan tan profundo en ti que gritas, no sabes si es de la emoción, el dolor o la felicidad.
Aunque a Tahiel le encanta escuchar cómo te lamentas, aprieta tu mandíbula y te besa. Es brusco, es torpe, es extremadamente sádico. Sus labios te aprietan como si fueran a deshacerse de los tuyos y casi lo hacen cuando te muerde y bebe el líquido que brota de ti.
—Un manjar —dice con los labios sucios de tu sangre y es cuando lo ves así que se te hace agua la boca y tienes el imperioso deseo de que te bese de nuevo, que encuentre otro de tus límites que aún no conoces.
—Cúbrete, cúbrete con mi sangre —le suplicas cuando él te mete la mano en los pantalones. Si no puedes cumplir tu deseo, que lo cumpla él, que serás igual de feliz de verlo magistralmente cubierto de ti— hazlo —gimes cuando clava las uñas en tus testículos hasta que te los perfora. Te retuerces de gozo y dolor, sintiendo tus pantalones húmedos por la sangre y tus propios fluidos. ¿Puedes pensar en algo mejor que eso?
Él se ríe y te responde con la mirada: tus deseos son órdenes. Es cuando toma el pica hielo y te abre el pecho. Aún no sabes si eres capaz de morir. Curiosos los siete lo han probado, han atravesado tu corazón, te han ahogado, asfixiado, han extirpado tus órganos y nada. Lo único que no han probado ha sido cortarte la cabeza, Ian teme que, si eres como otros demonios, mueras, por lo que su límite está ahí. Pero quizás, ni siquiera logres morir de esa manera ¿No te ha dicho Chou que la hierba mala no perece?
—Ojalá sea así —piensas mientras los tendones de tu pierna son arrancados a cuajo y Tahiel sigue divirtiéndose con tus costillas—. Si la hierba mala no muere, ustedes nunca se irán —sigues pensando abriendo los ojos para ver la mirada de gozo de Tahiel.
¡Ah, qué bello! Piensas al ver su rostro y pecho cubierto de sangre. Quieres tocarlo, morderlo, quieres restregar tus heridas en su cuerpo y que se funda en ti. ¡Ah, qué maravilla es cuando te abraza! Con la piel en carne viva puedes sentirlo mucho mejor, mucho mejor. Es como si tus músculos, venas y huesos fueran a arder por causa de él ¿cómo alguien puede hacerte sentir tan maravillosamente con tan poco? Si, clava ahí el pica hielo, un poco más abajo, perfora el pulmón y deja que te asfixies. No hay nada más divertido que ver tu expresión al intentar respirar y no poder hacerlo. Sólo un poco más. Ahí, sí, justo ahí, cuando tus labios están destrozados y se amoratan más, es cuando él te abre la boca con sus dientes.
Y el final llega.
Para la noche estás completo. Has dormido bien después de esa sesión de juegos. Te pones de pie, tu cuerpo se ha regenerado por completo, estás listo para jugar de nuevo. Pero está Chou ahora, dice que ha hecho de ti una exquisita cena y quiere que la disfruten juntos. Jamás te has rehusado y jamás te vas a rehusar a ello. Estás completamente loco por los siete.
Te sientas a comer, tomas el cuchillo y el tenedor y cortas la carne. Cada célula puede saborearse en tu boca. Es perfecto, puedes finalmente decir, que tú en sus manos, eres delicioso.
Levantas la vista de tu plato y ves a Chou. Ian. Tahiel. Keu. Seti. Aetz. Dake ¿Quién de todos ellos será el próximo en aparecer? Tu corazón salta de la emoción, bombea tan rápido como si hubiera una emergencia en tu cuerpo. Estás ansioso, quieres saber, lo necesitas… pero no lo demuestras, sea quién sea, siempre, siempre vas a sonreír y seguirlo a donde sea.
¡Hola, mis soñadores! ¿Cómo están? Reviviendo a mis dos loquitos. Este relato en particular surgió de una de las convocatorias jueveras. No recuerdo exactamente en cuál, pero teníamos que usar la cita de Neruda de la primavera y los cerezos.
No me pregunten por qué creí que a estos dos les sentaba perfecto XD pero surgió y estoy satisfecha con lo que a salido.
Como es uno de los cuentos más tranqui que tengo de los dos (o los ocho, como ustedes quieran verlo xD), decidí subir este primero.
Espero lo hayan disfrutado y no hayan salido muchos traumas (?)
¡Un abrazo!
Genial! un inmortal y un ser con múltiples personalidades (o son demonios?) (o ambos D:??) , me gusto el gore es bello y sangriento, también como lo narras en segunda persona. Por cierto, me quede con una duda como se llama el protagonista?
ResponderBorrar¡Hola! Algo así. No los he definido en una raza, pero lo más cercano serían a demonios, eso seguro.
BorrarMe encanta este narrador para este loco XD siento que queda más loco todavía.
El prota se hace llamar Mudai. Básicamente, no tiene nombre (Mudai significa eso, es una especie de sin nombre, sin título XD).
Gracias por comentar.
¡Un abrazo!